Libra Season 2025 (II): El Honor del Caballero

¿Qué pasó esta temporada, Mar, que publicaste dos artículos?

Pues es que en mi cabeza no había uno sin el otro: y esa es la vibe de Libra.

El que ahora tiene enfrente, está redactado en honor a la Luna llena en Aries,

que se perfecciona el martes 7 de octubre,

y que se encuentra en conjunción con Quirón.

Se van a activar nuestros Guerreros heridos internos:

va siendo hora de sanar; hora de luchar.

A mi entender, y en cuanto a campos de batalla, los duelos con espada siempre fueron los más nobles.

Por supuesto que comprendo la existencia de cobardes que huyeron, traidores por la espalda & co pero también que el instinto de supervivencia siempre jugó su papel: no todo el mundo tuvo buen maestro, con valores, junto a quien desarrollar sus habilidades; sí a muchos les tocó convivir con incapacidades como cegueras y cojeras, que desequilibraban la balanza -en cuanto a igualdad de condiciones-, además de otras heridas varias, mal sanadas y ganadas en antiguas batallas.

Pero cuando hablamos de personajes igualables entre ellos, al estilo de Aquiles y Héctor (y entiéndase, esta, como alta referencia; que igualables serían, también, quienes ostentaran menor nivel de habilidad pero equiparable entre sí): despierta -en mí- esa sensación de respeto entre oponentes: el valor de la valentía que habitaba en ese otro, solo y por el mero hecho de estar presente ante tan compleja situación; o el valor de toda arte desarrollada, en pos de bailar con ligereza y sosteniendo tan pesado objeto en mano, mientras se movía -este- con destreza; y, ello, sin olvidar que las armas blancas siempre permitieron que el cuerpo de uno se conectara con carne ajena, así que seguro había consciencia de todo aquello que implicaba ganar. Y eso es: el daño creado en la contraparte.

*problemático, para el cerebro, mirar a los ojos de a quien se está dañando y no ser capaz de reconocerlo. Ya ni hablamos del para el alma. Me pregunto, con todo ello, qué clase de registro inscribirán los éxitos a distancia y por bombardeo

*si no ha empezado a activar la visión metafórica, le invito a que lo haga ahora: espadas, aire y comunicación siempre fueron sinónimos -en campo simbólico-

Visto así: la victoria se convierte en relativa, ¿no cree? Y una batalla perdida, en posible ganancia para el futuro. Siempre hay precio a pagar, para satisfacer ese fuego interno al que llamamos deseo: la cuestión es si lo vale; la cuestión es si la balanza mantiene su equilibrio, con ello.

Recuerdo batallas dialécticas de mi juventud. Como buena geminiana con Ascendente en Aries, el ímpetu de ganarlas arrancaba -de mis entrañas- tremenda fuerza. Al derrotar a mi adversario, la sensación de triunfo era embriagadora; pero pronto acababa, si despertaba -al día siguiente- con brutal dolor en mi pecho. Así empezó a curtirse, mi cuerpo, para reconocer la consecuente pérdida de una gran victoria.

Por falta de sazón, no puse atención a las batallas ganadas que sí fueron compensatorias con lo que, en algún momento, me pasé al otro extremo del lado oscuro: evitaba los conflictos; anclé, como nueva fuente de deseo: no volver a experimentar tal dolor en el pecho, por haber dañado al otro. Pero el conflicto es fenómeno inevitable: el agotamiento, de solo correr y frenar golpes, acababa por permitir al otro alcanzarme con flecha o espada. Otra vez, ese dolor en el pecho: por permitir que fuera a mí, quien se dañara. De nuevo, desbalanceada.

Hace años conseguí poner consciencia: descubrí que, para subir de nivel, hay que afrontar retos; y que esto suele traer un necesario proceso de sanación posterior. Destacable, ese cambio, con mi salto de la carrera de Derecho a un máster de Mediación en Conflictos.

En ello sigo: cambiando; buscando ese encuentro en el que espada y escudo; paso adelante y paso atrás, procuren una verdadera victoria: la unión de ambas fuerzas en discordia.

la estrategia

batalla, lucha, disputa, conflicto…

dos fuerzas contrapuestas que se encuentran y necesitan:

resolverse, solucionarse, remediarse, subsanarse, descifrarse

Todo conflicto precisa de estrategia de gestión: saber cuando actuar y cuando esperar; cuando acercarse y cuando alejarse; cuando dar y cuando recibir; cuando ceder y cuando resistir; cuando hablar y cuando escuchar; cuando sostener y cuando soltar. Podría llenarle el artículo de esa clase de polos opuestos pero 1. ya sabe de lo que estoy hablando y 2. soy pro de dejar espacio creativo para el cerebro.

No solo es uno mismo, quien mantiene su equilibrio interno; ambos deben implicarse en preservar la armonía: un trabajo del día a día en el que la remuneración no se valora por cantidad sino por calidad. Y calidez; una clase de seguridad que tiene en cuenta su polo opuesto como consecuencia del simple hecho de vivir: la inseguridad; la incertidumbre; la duda; el peligro; el miedo que despierta nuestro instinto de supervivencia.

Supongo que, por ello y con el tiempo, nos volvemos más selectos:

No es tanto el quedarse con quien todo es fácil y no hay conflicto sino con quien es fácil tratar el conflicto (y, ello, teniendo en cuenta que el conflicto es un reto -en sí-); con quien se aplican los principios de noble batalla caballeresca: hay respeto mutuo, consideración hacia la posible cojera del otro, valentía y valor reconocido por toda habilidad desarrollada, tanto propia como ajena.

el acuerdo

la norma consensuada

Hace unos años se puso muy de moda eso de poner límites. Algunos, con un poco más de lucidez, añadían el concepto sanos al final del concepto genérico, pero no recuerdo publicaciones en las que se desarrollara tal idea más que para decir si el otro no lo acepta, o se enfada, ahí no es.

Bueno: límites… no dejan de ser normas.

A mi modo de entender: es legítima una norma rígida, impuesta unilateralmente y de forma absoluta cuando entramos en materia de derechos y libertades fundamentales; o de forma temporal, si quiere llamarle sana, cuando -por ejemplo- la comunicación del momento no está actuando en pro del vínculo y se necesita tiempo para reordenar mentes; pero cuando hablamos de normas rígidas, absolutas e impuestas de forma unilateral ante cualquier situación… -lo más probables es que- eso no sea límite sano y le voy a decir por qué:

Es importante entender que las relaciones siempre están basadas en intereses y necesidades humanas: no solo de una parte; son las de ambas.

Una relación sana es una relación equilibrada, y ello implica igualdad (aplicando el principio de proporcionalidad, por favor y gracias). Si las necesidades e intereses de uno se superponen por encima de las del otro, sin opción a diálogo ni acuerdo alguno, hablamos de vínculo jerárquico.

*ahí le va una breve leyenda cantada, con moraleja adjunta y con opción a subtítulos en español -vía configuración-:

Somos muchos quienes olvidamos, muchas veces, luchar por nuestra causa: debido a FOMOs varias, a prejuicios castrantes, a deberes impuestos por rol interpretado (desde hijo, progenitor, amigo, pareja… y hasta trabajador, en una empresa), a la poca enseñanza de reflexión con criterio propio… y ya ni hablemos de la carencia existente en cuanto a la auto-detección y expresión de necesidades e intereses individuales, debido al culto occidental a reprimir emociones y entender dichos intereses como un mal bicho.

Llevamos en sangre costumbre inculcada por tiranos que siguen, aún, redactando leyes sin pedir consentimiento al pueblo; y el pueblo se sigue doblando ante sus gobernantes como si fueran referencia a seguir. Digo yo que estaría bien darle una vueltecilla ala tortilla, porque hay un lado que quedó quemado; que estaría bien darles un verdadero ejemplo a seguir.

Así que volvamos con el modo acuerdo: que el sano compromiso, como la buena tortilla, necesita de sus tempos.

la paciencia

la paciencia y el tiempo hacen más fuerza que la violencia, dicen

no por mucho madrugar amanece más temprano, dicen

Conocer a alguien es un proceso; un recorrido que se realiza cual medra del árbol y, debido a que ni todos funcionamos igual ni todos nos encontramos en el mismo punto vital, los espacios de reconocimiento son sagrados en pro de hacer crecer el vínculo. Y ese regalo, sobre todo, nos lo trae el conflicto.

Querer solucionar toda disputa en menos de 24h es una quimera; una fantasía; un delirio. Pruebe a comer cada día del McDonald’s: puede solventar el hambre voraz del momento, algún día puntual, pero ya sabemos qué resultados trae ese patrón. Solo la imposición irreflexiva es capaz de ““resolver”” problemas importantes a corto plazo; y corta me he quedado yo con la cantidad de comillas.

En tiempos de modernismo imperante, donde reina el mood del tiro millas con una sopa instantánea, no me mandes audios de más de un minuto y mi tiempo lo arrojo en el scrolling tiktokero, le invito a tomarse el conflicto como una charla de YouTube, si es fan de divulgadores que dan chapas de horas; o como una saga de películas, si es fan de Star Wars; o como una saga de novelas, si es fan de Tolkien; o como un álbum de música, si preserva el mood ochentero. Todo arte requiere de tiempo: y la gestión del conflicto es uno de ellos.

Hay contiendas que necesitan de reflexión; de reordenación interna y por separado; de sentarse a hablar y escuchar durante horas; incluso de una pausa de semanas, o meses, porque alguna de las partes implicadas necesita sanar viejas heridas enquistadas.

Porque la verdad es que todo guerrero suele salir herido de cualquier combate (ya ni hablemos de la novatada) así que consejo le doy porque razones tengo: si le es posible, no se lance a otra guerra sin haber sanado la anterior. Si se da cuenta tarde, ya en medio del campo de batalla, cruzamos dedos para que su oponente haya desarrollado su honradez; de lo contrario, le tocará salir corriendo.

la sanación

otra pugna más que afrontar;

esta vez: la de adentro

y le es aplicable todo lo anterior: estrategia, acuerdo y paciencia.

Todo ser humano tiene un Quirón, en Carta; toda persona encarna el potencial sanador, en su interior: ¡que se lo digan a nuestro templo, si no es así! Escuché una vez revindicar, a una farmacéutica, que el trabajo del médico solo es del 20%; que el cuerpo hace el resto. Y se lo había contado un médico.

Así que con lo que respecta al margen de intervención que tiene ese sanador: ¡será por falta de recursos, a día de hoy! Si no gusta la ¿seguridad social? (en fin), y a falta de dinero, puede recogerlos gratuitamente por internet y moldearse su propio remedio; si tiene dinero disponible en su bolsillo, existen tropecientos cursos con los que llenar su botiquín; y si prefiere invertir en el auxilio de un profesional, hasta puede aprender de él -mientras le ayuda-.

Y, sí, estoy apretando el botón de la autosuficiencia con propósito porque: esta luna llena ariana va acompañada de Quirón en cuadratura con Júpiter en Cáncer. Casi que no puedo evitar ver la exageración de la aniñada dependencia hipocondríaca en la que ha entrado nuestra sociedad actual: ante todo problema, hay récord histórico por repetición del consejo comodín ve a terapia. Creo que está compitiendo, en el top 10, junto al de tómate una pastilla.

¿Cuándo empezó a desacralizarse, la sanación?, ¿qué mente empezó a retorcerse, para achicar el abanico de opciones?, ¿quién repartió los flyers, para unirse a la fiesta de perpetuación de la dependencia -en formato capitalista-?, ¿no era, la sanación, terreno de cuidados para ayudar al caballero a volverse a valer por sí mismo?

Ya basta de castrarnos.

Quiero alzar la que dicen ser empoderadora voz de Napoleón: con toda seguridad, donde encontrará una mano que le ayude será en el extremo de su propio brazo.

No se lo retuerza, por sentirse incapaz: no es más humilde quien reniega de sus capacidades sino quien toma consciencia de hasta donde las desarrolló: a partir de aquí, decidir afrontar el reto y subirlas de nivel o dejarlas como están y pedir que otro le haga ese trabajo, bueno, eso ya está en esa mano que lleva pegada al brazo.

Yo creo que la vida siempre premia a los valientes, con la ayuda que realmente necesitan y conforme al camino que escojan; a los guerreros que abandonan las bombas y se atreven a agarrar escudo y espada, para afrontar toda batalla con pies en suelo, paciencia y de cara; a los caballeros que apuestan por el honor.

A los que apuestan por el amor.

Posted in

Deja un comentario